Querido público (ahora mismo numeroso en WhatsApp e inexistente en este blog recién creado):
¡Estoy en Londres! La ciudad de Mary Poppins, Harry Potter y Sherlock Holmes me recibe en la hora de la ducha, y es que su típica lluvia quiere dejar relucientes las calles y barrios que voy a pisar este año, mientras intento poner mi granito de arena para tratar de hacer este mundo un lugar mejor.
No oculto que tengo un poco de miedo... cualquier experiencia nueva es una aventura y las aventuras son arriesgadas, pero también son un reto y en todo reto se aprende.
Mientras volaba, una idea ha venido a mi mente: "Si todos somos iguales... ¿Por qué no aprovechar mis inseguridades para comprender mejor a las personas inmigrantes que voy a ayudar este año?"
Si a mí me da pena despedirme de mi gente sabiendo que vuelvo en un año, ¿qué sentirán ellos al no saber si verán de nuevo a sus seres queridos?
Si no estoy segura de saber llegar a mi casa ¿No estarán peor ellos, que probablemente no tengan quién les reciba?
Si no dominar el idioma me intranquiliza, aún sabiendo que mi apariencia europea genera aceptación, ¿qué pensarán ellos, que por sus rasgos pueden generar sospecha?
No es poca cosa saber que lo que me pueda costar a mí, me ayudará a crecer y entender mejor las necesidades que pueden tener las personas que voy a tratar de ayudar en el voluntariado.
Y ahora que la maleta ya está deshecha y la ropa bien colgada en el armario... toca ponerse a trabajar para que este proyecto salga adelante... Let's go!
Y ahora que la maleta ya está deshecha y la ropa bien colgada en el armario... toca ponerse a trabajar para que este proyecto salga adelante... Let's go!
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